lunes, 25 de enero de 2016

Ingresadas.

La semana pasada la peque seguía con fiebre. El martes la llevé al pediatra y por fin le hicieron una tira de orina, que salió alterada y nos mandó a urgencias del hospital. Allí le repitieron la tira de orina y nos dijeron que en bebés tan pequeños el protocolo es ingresarlos para poner suero y antibiótico intravenoso. Así que nos quedamos ingresadas. Lo digo en plural porque yo, de las 72 horas que ha estado en el hospital la niña, he pasado allí 71. Dani también ha estado allí metido todo el día, menos por la noche, que sólo nos podíamos quedar uno, y como seguimos con la lactancia pues me ha tocado a mí.

Lo bueno es que desde el principio nos dijeron que la niña tenía que estar acompañada en todo momento, no nos hemos separado de ella para nada, ni en las pruebas que le han hecho. Eso me parece muy respetuoso con los peques, y también con los papás. Además, aparte de la comida de la niña, nos han dado desayuno, comida y cena para un acompañante. Para haber sido un ingreso, que es una experiencia bastante mala, el personal del hospital nos lo ha puesto muy fácil y nos hemos sentido muy bien atendidas y cuidadas.

La peque lo ha pasado un poco regular con la vía, que se la han tenido que poner un par de veces, pero en esos momentos también podía estar yo con ella. También cuando le han hecho una ecografía y otra prueba de imagen he estado yo con ella. Las enfermeras y auxiliares flipaban con lo tranquila que es la niña y lo poco que se la oía. También han flipado un poco con lo que comía, al principio eso de que no tomase biberones ni papillas no lo entendían muy bien. Eso sí, en todo momento han respetado que la niña tomase el pecho y que comiera de forma un poco diferente, y se han adaptado a ello, así que genial.

Después de todas las pruebas, de tener el antibiótico y estar sin fiebre dos días, nos mandaron el viernes para casa, por fin. Yo estaba ya un poco destrozada de dormir en un sillón, así que no es de extrañar que el mismo viernes nos echásemos una siesta de casi tres horas en la cama. El resto del finde también hemos estado cogiendo fuerzas. A ver si la niña se termina de recuperar del todo pronto, porque todavía tiene décimas alguna vez y no come del todo bien aún.

En fin, que dentro de lo malo, supongo que con el tiempo lo recordaremos como una anécdota. Y que tranquiliza bastante saber que si tenemos cualquier problema, en nuestro hospital nos van a atender estupendamente.

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